Hace siglos que la Luna fascina a la humanidad. En 1609, el astrónomo Galileo fue el primero en observar esta misteriosa bola rocosa a través del telescopio. Vio su superficie extrañamente irregular: las montañas, los cráteres y las oscuras depresiones llenas de lava, todo ello debido a las colisiones que sacudieron a la Luna en los caóticos comienzos del sistema solar.
El astronauta Neil Amstrong fue el primer ser humano que en 1969 alunizó.
A medida que traza su incesante órbita alrededor de la Tierra, la Luna parece cambiar de forma en el cielo, según el porcentaje de superficie iluminada por el sol. Siempre vemos la misma cara de la Luna, porque gira sobre su eje al tiempo que da vueltas alrededor de la Tierra.
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