domingo, 12 de junio de 2011

Así fue la mayor tormenta del Sistema Solar - www.todonoticia.com

La atmósfera del planeta Saturno se muestra normalmente tranquila y en calma, pero una vez al año -ojo, un año de Saturno son treinta en la Tierra-, cuando la primavera llega al hemisferio norte de este mundo gigantesco, algo se agita profundamente bajo las nubes, provocando una terrible tormenta como jamás hemos experimentado en el planeta azul.

Esto es lo que ocurrió en diciembre de 2010, cuando los instrumentos científicos de la sonda Cassini de la NASA, en órbita alrededor del planeta, y un buen número de astrónomos aficionados detectaron una colosal borrasca que tiempo después alcanzó un tamaño diez veces superior al de la Tierra. Fue tan excepcional, tan grande, que algo ocurrido a 1.400 millones de kilómetros de distancia pudo ser visto con telescopios convencionales.

Ahora, el acontecimiento ha sido estudiado al detalle utilizando la cámara infrarroja del Very Large Telescope (VTL) del Observatorio Europeo Austral (ESO) en unión a las observaciones de la Cassini. Se trata de la sexta de estas tormentas terroríficas descubiertas desde 1876, y la primera en ser estudiada en el infrarrojo termal, para ver las variaciones de temperatura, y en ser observada por una nave en órbita.

«Esta alteración en el hemisferio norte de Saturno ha creado una gigantesca, violenta y compleja erupción de nubes brillantes, que se ha extendido para rodear todo el planeta», explica Leigh Fletcher, de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, autor principal del estudio. En el fondo de las nubes

Por primera vez, los científicos han podido revelar las regiones oscuras de la atmósfera y medir los cambios importantes en las temperaturas y los vientos. La tormenta pudo tener su origen en el fondo de las nubes de agua donde un fenómeno similar al de una tormenta eléctrica impulsó la reacción. Al igual que el aire caliente sube en una habitación climatizada, esta masa de gas se abrió paso en la atmósfera superior de Saturno.

Algunas de las características inesperadas vistas por los científicos son las balizas estratosféricas. Se trata de cambios de temperatura muy fuertes en la estratosfera de Saturno, desde 250 a 300 kilómetros por encima de las nubes de la atmósfera inferior. El resultado, todo un espectáculo.

miércoles, 8 de junio de 2011

El telescopio espacial Spitzer observa una lluvia de cristales en la nube exterior de una estrella infantil - lanasa.net

Diminutos cristales de un mineral verde llamado olivina se están precipitando como lluvia en una estrella emergente, según las observaciones del Telescopio Espacial Spitzer de la NASA. Es la primera vez que este tipo de cristales ha sido observados en las polvorientas nubes de gas que colapsan alrededor de estrellas en formación. Los astrónomos aún están debatiendo cómo llegaron los cristales hasta allí, pero los culpables más probables son chorros de gas expulsados por la estrella embrionaria.

"Se necesitan temperaturas tan elevadas como las de la lava para hacer estos cristales", dijo Tom Megeath, de la Universidad de Toldeo en Ohio. "Proponemos que los cristales se formaron cerca de la superficie de la estrella en formación, y luego fueron transportados a la nube que la rodea donde las temperaturas son mucho más frías, y finalmente cayeron de nuevo de forma resplandeciente.”

Los detectores infrarrojos de Spitzer descubrieron la lluvia de cristales alrededor de una estrella distante del tamaño del Sol, pero en estado embrionario, denominada HOPS-68, en la constelación de Orión. Los cristales se presentan en forma de forsterita. Pertenecen a la familia olivina de minerales de silicato y se pueden encontrar por todas partes, desde una piedra preciosa a las playas de arena verde de Hawai pasando por las galaxias remotas. La misión Stardust de la NASA y las misiones Deep Impact detectaron estos cristales durante sus estudios de los cometas.

Estos cristales de forsterita ya fueron vistos antes en los discos formadores de planetas que rodean a estrellas jóvenes. El descubrimiento ahora de estos cristales en una nube en torno a una proto-estrella es sorprendente debido a las temperaturas más frías de la nube, de menos 170 grados Celsius. Esto llevó al equipo de astrónomos a especular con que los chorros pueden ser el medio de transporte de los cristales hacia el exterior frío de la nube.